El Diario Montañés
Tribuna Libre. 14/07/2007
La geografía, ciencia social
PEDRO REQUÉS VELASCO / DIRECTOR DEL DEPARTAMENTO DE GEOGRAFÍA DE LA Universidad de Cantabria
En la actualidad se está debatiendo entre el Ministerio de Educación y Ciencia y las altas esferas universitarias (Consejo de Rectores) la nueva estructura del mapa de titulaciones de grado y su agrupamiento en cinco grandes ramas de conocimiento (Ciencias Sociales y Jurídicas, Humanidades, Ciencias, Ciencia de la Salud y Arquitectura e Ingenierías). El conocimiento de este debate por parte de la sociedad, de los medios de comunicación, y los agentes sociales (empresarios, sindicatos, partidos políticos, los medios de comunicación…) ha sido escaso y se ha producido singularmente cuando un colegio profesional ha creído conveniente insertar en la prensa nacional, para conocimiento público, una nota o un manifiesto en relación a las titulaciones que le son propias. La comunidad universitaria, por su parte, ha asistido -está asintiendo- al proceso de cambio con un nivel de protagonismo menor que el que cabría haber esperado. El proceso podría haberse desarrollado de forma más participativa, pero no esta siendo así, pese a la trascendencia académica, científica y social de la reestructuración de titulaciones que viene.
La Geografía ocupa, desde la perspectiva científica y académica una privilegiada posición de encrucijada entre las disciplinas científico-sociales, científico-naturales, técnicas y humanísticas y, a pesar de ello su titulación de grado está peor ubicada y más relegada en la nueva estructura de titulaciones que ninguna otra, al quedar inicialmente adscrita exclusivamente a la rama de Artes y Humanidades.
La Geografía, como ciencia del territorio, nunca ha tenido más importancia que en la actualidad para entender procesos, cambios y problemáticas con las que nuestro mundo, nuestro país, nuestras regiones., se enfrentan. La planificación, sea esta sectorial o territorial, no cabe hacerse sin la consideración del factor geográfico. Desde el estudio del paisaje, la planificación hidrológica, planificación educativa, urbanística hasta la planificación de recursos turísticos, , el conocimiento del espacio geográfico es punto de partida obligado, tanto en los diagnósticos como en las propuestas. En el núcleo de debates como el demográfico (inmigración extranjera, envejecimiento…) o el cambio climático está la geografía; esta ciencia ha servido de base para prevenir y dar respuesta a las catástrofes naturales; la geografía ha hecho las propuestas de ordenación de territorio, desarrollo local y territorial.
Nunca como ahora la información geográfica ha tenido tanto valor económico ni tanta importancia estratégica. Nunca como ahora ha habido un corpus de conocimientos geográficos más organizado, ni profesionales más cualificados, ni instrumentos más sofisticados (los sistemas de información geográfica) para el tratamiento y análisis de la cada día más importante información geográfica, porque el saber geográfico es sobre todo, como nos enseñaba el maestro Yves Lacoste, un saber estratégico. Sin renunciar a su tradición humanística y a su incuestionable valor académico – formativo en todos los niveles de la enseñanza, la geografía es, por vocación, por tradición, por desarrollo científico, por acción… una ciencia socialmente comprometida, una ciencia viva.
Flaco favor se haría a la sociedad y a la ciencia si a esta joven y emergente profesión y a esta dos veces milenaria ciencia se la sustraen -por nunca explicadas razones- los dos rasgos más definitorios de su personalidad científica y académica: ser ciencia social y ser ciencia aplicada.